VOLVER A LA ESENCIA





VOLVER A LA ESENCIA



Silvia Graciela Moreno López

           Sara, una empresaria de éxito con fama de dura suelta el llanto desconsoladamente cuando su pareja le llama por teléfono: “lo siento amor otra vez se me complicó el trabajo y no podré llegar a tiempo para ir al teatro, lo dejamos para otra vez.” La voz lenta al otro lado del teléfono la había alertado que Antonio había bebido de nuevo…
    En ese momento la postura corporal el llanto y los gestos de la mujer parecen los de una niña pequeña y desvalida… Probablemente muchos años atrás el padre de Sarita la había dejado plantada por estar bebiendo con los amigos. Además de la frustración de no asistir al lugar prometido se añadía la agresión física o verbal del padre al llegar. Esta situación viniendo de una persona que necesitamos que nos ame y nos proteja suele ser devastadora. 

     Con frecuencia los niños y niñas sometidos a abusos suelen sentirse culpables y “malos” en un afán inconsciente y amoroso de conservar una imagen de un padre “bueno”. También es posible que estos eventos —suelen repetirse— lleguen a olvidarse, pero a pesar del olvido queda la cicatriz emocional la cual se remueve cuando se da un evento similar, insisto aunque no recordemos el evento original…    Estas cicatrices emocionales conforman lo que metafóricamente llamamos “el niño herido” que indiscutiblemente tiene gran influencia en nuestra vida de adulto, no sólo por nuestra reacción “casi infantil” ante circunstancias concretas; sino que de forma mas o menos inconsciente marca muchas de nuestras decisiones trascendentes como elección y convivencia en pareja, nuestra forma de relación con jefes y subalternos en el trabajo y mucho mas.

       A veces nos auto-saboteamos, nos sentimos tristes y desvalidos, no podemos cambiar un comportamiento a pesar de que nos daña, otras veces no entendemos nuestras propias reacciones desproporcionadas o fuera de lugar, o por qué nos parece que determinados eventos ocurren desde siempre…   Si te sucede algo de lo aquí mencionado, es importante que realices un trabajo para reconectar y sanar tu niño interior. Aliviar las heridas de la infancia no sólo nos da oportunidad   de reaccionar y vivir con madurez y coherencia sino que también permite recuperar la creatividad, la espontaneidad, la alegría y la confianza. Estos son atributos naturales en los niños y los vamos perdiendo cuando somos criticados, castigados, o ridiculizados

Sanar nuestro niñ@ interior
        Para iniciar un proceso de sanación es muy conveniente hablar con nuestr@ niño@, si tenías alguna apodo cariñoso que te gustara puedes llamarte así, puedes escribirte cartas o mensajes de apoyo y también ayuda que nos demos un abrazo amoroso a nosotros mismos mientras nos decimos las palabras afectuosas que nos hubiera gustado nos dijeran nuestros cuidadores… Y una última sugerencia sería que te permitas correr bajo la lluvia, especialmente si no te lo permitían y que te compres algo que deseabas de niño@ y no te dieron.
Ese niño/niña que habita dentro de ti te espera y necesita que tú l@ atiendas y mimes, pero sin duda los regalos y bendiciones que recibirás de él o ella son mucho más que los que tú puedas dar.

Vuelve tus ojos y tu corazón a tÍ, a tu esencia.




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