Aprender a amar de nuevo
Vero se siente devastada. Entre sollozos exclama: “me duele todo el cuerpo, como si me hubiera arrollado el tren. No encuentro salida a este abismo. Realmente pensé que todo estaba bien y que las discusiones, silencios y disgustos que solíamos tener eran normales” Un par de días antes Arturo, su marido, sin ninguna señal previa decidió poner fin a su matrimonio de 15 años con unas cuantas palabras: “lo lamento creo que ya no te quiero, te aviso que a fines de este mes me voy”...
Esta
historia no es única, muchas veces no podemos percibir las señales y la ruptura
de la relación nos toma por sorpresa y esto por ahonda la sensación de que
hemos sufrido un daño irreparable. Por otro lado, a pesar de que reiteradamente
hayamos advertido el fin, la separación o la muerte de la pareja, cuando en
realidad sucede nos enfrentamos a sentimientos intensos de ira, dolor
desilusión y miedo... Y en medio de esta maraña explosiva de sentimientos se
requiere modificar muchos hábitos cotidianos. Las salidas y reuniones con
amigos comunes y familia, la llevada de los pequeños a la escuela, las
celebraciones importantes, las vacaciones, las comidas familiares, la cama
semivacía; el universo entero, al menos nuestro universo, se ve trastocado en
mayor o menor grado. “Me siento
perdid@,” mi vida entera giraba alrededor de mi pareja y creo que ni siquiera sé
quién soy “ahora nada tiene sentido” “jamás me recuperare”...
Es
importante permitirnos tocar el dolor, la ira y sentimientos que provoca la
separación. Y tanto o más importante es vencer la tentación de buscar un nuevo
amor para alejar el dolor la absurda creencia de “un clavo saca otro clavo”
propicia que surjan parejas destinadas a fracasar, parejas que de una u otra
manera arrastran los problemas y patrones de la relación anterior.
Recordemos
que con todo el dolor que implica, cualquier pérdida exige un momento de
replanteamiento, un momento para abonar en el autoconocimiento y en el
desarrollo personal. Por arduo y frustrante que resulte, es momento de
confrontarme y analizar qué cosas contribuyeron al fracaso de mi relación.
Es
de particular importancia ahondar en las cosas que yo hice o deje de hacer.
Esto no es fácil, por el contrario solemos culpar al otro u otra. En mi
experiencia como terapeuta encuentro que casi todas las personas que llegan a
consulta por un asunto de pareja, sea que vengan solas o con la pareja,
expresan un discurso que, independientemente de las peculiaridades de cada
situación se resumiría más o menos así: “yo hago casi todo bien y en realidad
vengo a ver cómo hacerle para que mi pareja cambie”
Tal
vez por una cuestión cultural solemos minimizar y justificar nuestra
responsabilidad y en mayor o menor grado nos visualizamos como víctimas (aun
cuando lo neguemos) y esperamos que el cambio venga de fuera: la situación, mi
pareja, el trabajo etc.
Cambiar
la perspectiva y focalizar en mis propias acciones, aunque en un principio
puede ser doloroso (no soy tan perfecto a como creía) a la larga es una
herramienta de verdadera transformación. Darme cuenta de ¿cuál fue mi
responsabilidad?, ¿qué hice o qué no hice qué propició la ruptura?, ¿qué puede
haber hecho? esta y otras preguntas son el inicio de la verdadera
reconstrucción. Porque, en contra de lo que usualmente creemos, reconstruir mi
vida no significa tener una nueva pareja, reconstruir mi vida significa; volver
a mi esencia, construirme de nuevo...
De
esta forma, la perdida aunque dolorosa puede ser una experiencia positiva de crecimiento
y reencuentro con mi ser real, puede significar desechar mis mascaras y responsabilizarme
de mi mism@ sin esperar a que llegue otr@ “la pareja ideal” a resolverme y
construirme…
Coach Silvia Graciela Moreno
silviagracielam@gmail.com
Cel.. 3331471062
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