Soy de Michoacán, una tierra muy fértil y me maravilla ver cómo la vida se obstina en brotar aún en lugres inhóspitos e inaccesibles: en medio de piedras. La vida naturalmente tiende a vivir y florecer. Por supuesto, en un ambiente adecuado sin duda, la rosa florece rosa, el zorro en zorro… Entonces me pregunto: ¿y el niño? La respuesta deja de ser sencilla, porque el niño está dotado de una ilimitada cantidad de alternativas, y él se va construyendo no desde un plan determinado de antemano, sino desde lo que va experimentando, los significados que él atribuye y su manera particular de responder.
No obstante, el niño, como la rosa, busca florecer, y si el niño crece en un ambiente propicio será un hombre pleno y feliz. Pero si esto es inherente, me pregunto, ¿por qué muchos adultos no vivimos con plenitud y felicidad?
En nuestros días lo más común es pensar que la felicidad es algo que se consigue, cuando obtenemos alguna situación, relación o persona, es decir como algo que viene de afuera y por supuesto el mercantilismo rampante nos hace promesas de felicidad eterna a cambio de consumir y consumir… Y hoy quiero preguntarme y preguntarte:¿ A ti qué te hace feliz? ¿En que momentos piensas que la vida vale la pena? ¿Estamos diseñados para procurar nuestro bienestar y felicidad o venimos a sufrir y aprender en este valle de lágrimas?¿ Es un regalo la experiencia humana o es un castigo para el alma?¿ Realmente queremos ser felices o nos asusta serlo?
Soy optimista y considero que todas las personas tienen una tendencia innata a buscar su bienestar y felicidad. De una u otra manera, en cada situación buscamos el bien: al menos, lo que en el momento consideramos que es nuestro bien. Algunos refutan esto argumentando que hay personas que se lastiman a sí mismas. No obstante, cuando esto sucede es porque en el fondo buscan algún bien, sea la compasión y cariño de los demás o algo que creen poder conseguir a través de lastimarse.
En el caso extremo de la autoagresión –el suicidio- la persona busca lo que considera un bien mayor que en este caso suele ser dejar de sufrir, porque es casi impensable concebir como suicida a una persona en el momento que se siente feliz, exitosa y plena. Mención aparte quienes se suicidan por un sentimiento exacerbado de heroísmo o religiosidad que tienen la convicción de que dan la vida por algo superior a la vida misma. ¿ Realmente queremos ser felices o nos asusta serlo? Continuara...
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